Día Nacional de la Aviación Civil


A través del Decreto PEN 013/91 se ha fijado el 05 de noviembre como Día Nacional de la Aviación Civil recordando el día aniversario del nacimiento de Aaron de Anchorena, protagonista junto a Jorge Newberry del primer vuelo con el Globo El Pampero ocurrido en 1907. 

El 05 de noviembre no solamente ha sido instaurado como el Día Nacional de la Aviación Civil, sino también es el Día de los Pilotos Civiles.

Volar, querer ser piloto y la pasión por los aviones son los recuerdos mas añejos en mi joven memoria, no sabia escribir ni leer, pero me pasaba los días dibujando aviones. Siendo muy chico forré las paredes de mi habitación de posters y fotos de todos los tipos de aviones que encontré. 
Sentir el frió del amanecer de invierno en la puerta del hangar, observando los movimientos de la plataforma, era el mejor regalo o premio que mi padre me podía dar siendo niño. 
Para mi...
El mejor aroma, el del combustible quemado de una turbina. 
El mejor lugar para esperar, un aeropuerto.
El mejor ruido, el de un motor de avión.
La mejor sensación de todas, Volar.

Ser Piloto es una elección profesional, Volar es una elección de como vivir la vida.

En este día saludo a todos los pilotos, de sangre, alma y profesión, a aquellos que dieron, dan y darán todo por volar y sobre todo saludo a todos aquellos que tuvieron el mismo sueño que yo y por diferentes razones no pudieron llegar.
Cada vez que me despego de la tierra, que subo en el aire, disfruto de lo mas hermoso que la vida me puede dar y valoro con humildad la suerte que tuve al poder hacer realidad mi sueño.


"Existen dos tipos de pilotos: aquellos que llevan en la sangre la necesidad de volar por la misma razón que necesitan comer, dormir o respirar, y aquellos que lo hacen simplemente por tarea, por obligación o porque no tienen otra alternativa. Estos últimos suelen llegar a la profesión por casualidad. Sin embargo, los primeros tienen la inquietud desde la niñez, cuando veían en los aviones algo notable, místico, sublime quizás. 
Muchos de estos comenzaron a construir sus primeros modelos de aviones, o acumulando fotos, posters o cualquier otra colección de motivos aéreos. Conocían las especificaciones y datos de cualquier avión al detalle. Cuando crecen y tienen la fortuna de realizar su sueño de niñez disfrutan enormemente de ello, sintiéndose los seres más afortunados del planeta.

Los pilotos son una clase aparte de humanos. Ellos abandonan todo lo mundano para purificar su espíritu en el cielo. Este grupo conoce la diferencia entre volar para subsistir, y subsistir para volar. La aviación les enseña orgullo como también humildad, y a pesar de que volar es un hechizo, ellos caen voluntariamente víctimas de su maleficio.

Cuando están en tierra durante los días soleados, observan continuamente el firmamento deseando estar allá arriba. Durante los días lluviosos y nublados recrean los procedimientos en su mente, porque la mente de los pilotos está siempre accesible a nuevos elementos, y comprende que para volar necesita creer en lo desconocido. No obstante los pilotos son hombres lógicos, calmados, disciplinados, que por necesidad precisan de pensar claramente, ya que de otra manera se arriesgan a perder violentamente la vida.

Los pilotos no ven a sus aviones como máquinas, todo lo contrario, son formas vivientes, que respiran y tienen personalidades diferentes. En momentos dialogan y hasta riñen con ellos. Estos seducidos mortales perciben a los aviones con dotes de belleza incondicional. Porque nada estimula más los sentidos de un aviador que la forma exquisita de una aeronave. No lo pueden evitar, están infectados por el sortilegio y vivirán el resto de sus vidas cautivados por el embrujo de su belleza. Para el piloto, percibir un avión es como encontrar un familiar perdido una y otra vez.

Cuando el destino trágico muestra su inexorable presencia y vidas se pierden en infortunios aéreos, la esencia del piloto se entristece por lo acontecido. Mas no podrá, quizás por un infinitesimal segundo, que su memoria se remonte al aparato, y un golpe de flicción por el amigo caído, le sea inevitable.

Para el aviador, el sonido de pistones es una espléndida sinfonía. El sonido de un jet, la síntesis de la fuerza. Para él, los aeropuertos son altares al talento humano; allí se realizan diariamente los desafíos y milagros frente a la energía de la naturaleza y la fuerza de la gravedad. Son lugares donde caminos y fronteras se contraen y el mundo empequeñece.

En el aire, el piloto está en su elemento, es allí donde él pertenece. Es allí donde logra liberarse de las exclavitudes que lo sujetan a la tierra. Este privilegio le permite escalar las prodigiosas montañas del espacio y alcanzar dimensiones en el firmamento que otros mortales no han alcanzado. Este regalo le permite reconocer que nadie ha visto la montaña hasta que no ve su sombra desde el cielo.

Distinguir a una persona que ha dado su alma a la aviación es fácil; en medio de la muchedumbre, cuando un avión pasa, su mirada se dirige irremediablemente al firmamento buscándolo, y no descansará hasta hacer contacto visual con el objeto de su distracción. No importa cuántas veces haya visto el mismo avión; es preciso verlo de nuevo.

Los pilotos quizás pueden explicar los momentos físicos del vuelo, pero describir lo que les ocasiona a su existencia les es imposible. Porque explicar la magia de volar está mucho más allá de las palabras."

Autor: Francis Gary Powers. Piloto de la USAF.

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